Las Reglas de Composición: Hay que conocerlas para saber romperlas (I)

Las Reglas de Composición: Hay que conocerlas para saber romperlas (I)
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Hemos hablado en nuestro curso de fotografía sobre este tema y también en algunos artículos anteriores. Hoy empezaremos a darle una vuelta de tuerca al tema e iremos profundizando en este asunto. En principio las reglas de composición fotográficas nos ayudan a mejorar las tomas. Son una serie de “consejos” no obligatorios en sí mismos pero sí una guía de referencia a la hora de conseguir esa composición “técnicamente perfecta”. El buen fotógrafo debe conocerlas y tenerlas grabadas a fuego en su cabeza pero no debe dejarse guiar únicamente por ellas limitando su propia creatividad, su propio ojo fotográfico.

Aunque no debemos olvidar una de las máximas que deberemos conjugar con la composición fotografía: la fotografía es luz. Por muy buena composición que logremos si la luz no aporta lo que tiene que aportar: fuerza, suavidad, frescura o cualesquiera otra sensación, compositivamente la imagen podrá ser buena, pero probablemente no funcione. De igual manera, si la luz de nuestra fotografía resulta ser una distracción para la composición que hemos buscado, no funcionará. Evidentemente hay muchos más factores en juego, pero nos centraremos en esta serie en la composición. Comencemos por el principio.

La regla de los tercios

La más conocida de ellas, tanto por los recién llegados como los más experimentados, es la conocida regla de los tercios. Dicha regla, resumiéndola, nos indica que debemos situar nuestro motivo principal en uno de los tercios horizontales o verticales (imaginarios) en que podemos dividir nuestra toma. De hecho, muchas cámaras incorporan la posibilidad de mostrar una rejilla con los tercios para facilitar el encuadre. Es una indicación, nada más. Con ello lo que quiere expresar dicha regla es que visualmente tendremos más posibilidad de que la imagen “funcione”.

Esta conocida regla es muy aplicada en fotografía de naturaleza y paisaje, siendo donde suele alcanzar su máximo esplendor sin que quiera decir esto que no se aplica en otras disciplinas fotográficas con igual o mejor acierto, sino, simplemente es donde se utiliza más. Esta regla, quizás por ser la más conocida, es la que primero se aprende en muchas ocasiones. Tal vez por ello, mucha gente pasa por fases donde si el motivo de sus fotografías no coincide exactamente con un tercio, se las arregla para hacerlo coincidir, obsesionándose con ello. ¿No te ha ocurrido? Como decía, es una sugerencia no una imposición.

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Fotografía de José Castellano en nuestro grupo de flickr

La proporción áurea

Tradicionalmente en el arte, durante muchos siglos, creció el mito desde los antiguos griegos que el cuerpo humano estaba sujetos a una proporción numérica específica, lo cual para ellos era esencial para dentro de sus cánones de belleza y geometría. Conocida es la obsesión de los antiguos griegos por la búsqueda de la belleza relacionándola con las matemáticas. Dicha proporción es conocida con los nombres de razón áurea, proporción áurea, media áurea o proporción divina. Aunque las investigaciones, de hoy en día, revelan que no hay ninguna prueba que relacione esta proporción con la estética griega, ésta sigue manteniendo un cierto atractivo como modelo de belleza.

Matemáticamente, el número áureo es el valor numérico de la proporción que guardan entre sí dos segmentos de recta a y b que cumplen la siguiente relación:

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Decir que si asignamos 1 a b, entonces el valor de a será, resolviendo la ecuación de segundo grado resultante, igual a 1,61803398 aproximadamente, valor que es conocido como número áureo. Sin entrar en más cuestiones matemáticas veamos esto con ejemplos fotográficos y cómo se traduce aplicándolo a la fotografía.

Algunos de los ejemplos más fáciles de encontrar los podemos encontrar en la distancia en la concha de los caracoles o de cefalópodos como el nautilus. También a la hora de hacer fotografía macro de flores podemos aplicar esa “imaginaria” espiral que nos ayuda a componer. Pero tampoco podían faltar las conocidas escaleras de caracol donde podremos encontrar disparando desde la parte inferior esa espiral buscada como vemos en la imagen a continuación.

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Fotografía de José Ramón García en nuestro grupo de flickr

Veamos otros dos de los ejemplos sencillos de proporción áurea pero con rectángulos. Imaginemos 4 líneas rectas, 2 verticales y 2 horizontales donde cada una divide el ancho o el alto empezando por un extremo o por el otro. Trazandolas todas, cada magnitud se divide en tres zonas. Cada zona lateral es sección áurea del resto, y la zona central es sección áurea de cualquiera de las laterales. En este caso podemos decir que comprimimos el centro.

Otra división áurea que aparece con facilidad es la se denomina raíz de cinco. Con el mismo número de líneas trazamos de igual forma pero en este caso la relación es la inversa a la anteriormente explicada, en ésta, cada zona lateral es sección áurea de la zona central. Tal vez hayas oído esto cuando alguien te ha hablado de “despejar o liberar” el centro de la imagen. Las podéis ver en la imagen que a continuación vemos en el siguiente apartado.

Cartier-Bresson y sus “composiciones” decisivas

Sí, no me he equivocado. Podía haber comentado el famoso ejemplo del Hombre de Vitruvio de Leonardo Da Vinci, pero mejor con un maestro fotógrafo. Cartier-Bresson ampliamente conocido por sus momentos decisivos fue un fotógrafo especialmente afín a la composición según las reglas, con la dificultad que ello conlleva cuando realizaba fotografías en la calle. Más mérito aún si cabe ya que en su época si fallabas no podías saberlo hasta que revelabas. Baste ver una de las fotografías más icónicas del maestro para ver que se llevaba muy bien, en este caso con la proporción aúrea.

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Veremos más sobre las reglas de composición y su aplicación así como que en el capítulo final veremos como determinadas rupturas con sentido también facilitan o hacen que la fotografía final funcione visualmente. Además veremos cómo en post-producción podemos “afinar” para obtener una copia final con una mejor composición. Un consejo, si nuestro motivo es estático o no va a salir “corriendo”, prueba a realizar varias composiciones distintas siempre que puedas para ver cuál funciona mejor. Y, recuerda, el don sigue estando en la mirada del fotógrafo.

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