¿Cómo pensar en cambiar tu cámara cuando la actual se acerca a su muerte profesional?

¿Cómo pensar en cambiar tu cámara cuando la actual se acerca a su muerte profesional?

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¿Cómo pensar en cambiar tu cámara cuando la actual se acerca a su muerte profesional?

Un día te encuentras realizando fotografías y notas algo extraño en tus imágenes. Varios puntos que no deberían aparecer en las imágenes están ahí, constantemente entre tomas. En ese momento llega a tu mente una verdad: tu cámara ya está llegando a su muerte profesional.

Como si fuera un álbum familiar, comienzas a recordar todos esos trabajos en los que te ha acompañado; aquellos momentos en los que te dejó colgado y aquellos en los que te sacó de apuros. Pero ahora es tiempo de pensar: ¿qué necesito en el futuro?

Eligiendo tu siguiente compañera de aventuras

El pensamiento común de comprar una nueva cámara suele ser “pues consigo la mejor que haya ahora en el mercado”. Un pensamiento que suena sencillo de base, pero que no es necesariamente el correcto.

Cambiar la cámara cuando uno pasa de ser estudiante a profesional es más sencillo. Dependiendo del mercado en que uno se mueva van a haber exigencias de calidad y formato. Para la creación de contenido editorial y comercial suele ser una cámara full frame o mayor la que es exigida. Para la creación de contenido digital, una cámara APS o Micro 4/3 es más que suficiente.

Pero, cuando la cámara que has usado tanto tiempo es la que se tiene que ir, el pensamiento de cambio es aún más difícil. Puedo optar por el equivalente más reciente de mi cámara, pero hay otras mejores, tal vez la mejor opción sea hacer el salto; aunque eso exija un costo extra. Otra cosa que viene a la mente es, puedo dar un salto de marca, pero eso implicaría cambiar las ópticas que he ido adquiriendo con el tiempo, además de los distintos accesorios adicionales. La respuesta correcta se hace más difusa.

Teniendo esto en cuenta, debemos hacernos algunas preguntas. ¿Para qué uso mi cámara actual principalmente? ¿Me muevo en un mercado específico o tengo requerimientos que varían de trabajo a trabajo? ¿Estoy dispuesto a cambiar todo por lo que he trabajado y arrancar de ceros? ¿Prefiero dejar todo aquello en la repisa?

Hasta luego, amiga mía

Teniendo en cuenta estas preguntas hay algunos consejos que podemos seguir para que ese cambio sea más eficiente.

  • Alquilar cuerpos y objetivos: Esta es una práctica que es muy común en el mundo vídeo. Ya que las cámaras son costosas y no se está trabajando 24/7 con ellas, es mejor alquilar el equipo por fuera e incluir el costo dentro del cobro del trabajo. Esto, aplicado a la fotografía, es un gran beneficio que pueden usar aquellos fotógrafos que se mueven entre mercados y que tal vez han notado que en ocasiones su cámara es más de lo que necesitan, que llegan justos a los requerimientos técnicos del cliente o que han tenido que rechazar algunos trabajos porque esos requerimientos técnicos no se adaptan. Otra ventaja es el poder olvidarse de mantenimientos y olvidarse de la evolución tecnológica que hace que las cámaras se queden atrás más rápido.

  • Una versión nueva de la cámara que ya tengo: Al poner todo lo que hemos conseguido para nuestra cámara actual sobre una mesa, podemos ver qué es lo que más se usa y qué es lo verdaderamente necesario. Aquello que compramos por jugar o porque ‘molaba’ en su momento puede ser la base económica de nuestra siguiente cámara. Aquello que pueda migrar a una versión nueva de una cámara como la actual, que quede en la maleta de fotografía y a seguir adelante. Lo demás lo recordaremos con gracia, aquellos buenos años de experimentar.

  • Saber en qué te aporta como fotógrafo: Si el deseo es tener esa compañera segura, hay que saber por qué es tu cámara la que te ha acompañado. El fotógrafo está en el ojo, pero nuestra cámara es parte de esa mirada. Desarrollamos hábitos, nos acostumbramos a nuestros objetivos y cómo manejamos todos los aspectos físicos y de software; son parte de ese proceso de sentirnos cómodos al hacer click. Hay una razón por la que no has cambiado la cámara antes. Usualmente no es por el dinero, sino por el vínculo que hemos formado con ese aparato inerte y sin vida al que le dimos un nombre cursi hace 8 o 9 años.

Que nuestras siguientes compañeras nos sigan apoyando por muchos años más.

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